La Capilla
Está situada en la Plaza de Alfonso II, frente a la Catedral de Oviedo, y dedicada a Ntra. Sra. de la Esperanza. En el lugar que hoy ocupa la plaza, hasta el año 1932, existió una manzana de casas y, frente a la capilla, una pequeña plaza que llevaba el nombre de Plaza de la Balesquida.
La actual capilla, que sustituyó a otras anteriores data del año 1725, es obra del arquitecto Pedro Muñiz Somonte siendo, Mayordomo de la Cofradía D. Baltasar González Solís; fue reconstruida en 1875 y restaurada en 1952.
Es de estilo barroco de líneas simples con una sola nave de planta rectangular y unas dimensiones de 14 m. de largo por 7 m. de ancho.
La puerta de acceso se enmarca en un arco de medio punto que da paso a un zaguán empedrado -ampliado en las reformas de 1952-, con un cancel con ventanales enrejados que permiten la contemplación del interior. En este atrio se encuentra colocada una placa homenaje al último Mayordomo de la Cofradía, D. José Joaquín Rodríguez Sánchez-Matamoro, que ocupó el cargo desde 1948 hasta su fallecimiento, ocurrido en 2005.
El interior cuenta con sacristía y coro, cubierta con bóveda de cañón sobre arcos fajones y seis lunetos. En ella se pueden admirar tres retablos: el Mayor, el de San Judas Tadeo y el de San Bernardo.
Se veneran también otras imágenes, como la del Santo Niño de La Guardia (Toledo), martirizado en 1492 (lado de la Epístola), un Crucificado (lado del Evangelio), Nuestra Señora de Covadonga, Patrona de Asturias, y Santa Lucía, así como tablas, cual es la de «Cristo abrazando a San Bernardo» (siglo XVIII) y Nuestra Señora de Guadalupe (finales del siglo XVII o principios del XVIII).
En el presbiterio, colocada en una hornacina, -lado de la Epístola- se encuentra una pequeña imagen de Nuestra Señora, con el Niño Jesús en su regazo (siglo XIII, muy restaurada), que parece ser era la que ya existía en el desparecido hospital.
La Capilla goza, desde hace muchos años, del privilegio de reserva Eucarística, es decir, acoge al Santísimo Sacramento, como lo informa las dos lámparas de cera que alumbran día y noche, a lo largo de todo el año.
No recibe subvención ni ayuda de ningún tipo, manteniéndose, exclusivamente, de las aportaciones de los cofrades y las limosnas de sus devotos.